El informe destaca que la igualdad de género en la producción agrícola sacaría de la inseguridad alimentaria a 45 millones de personas que se encuentran en esta situación y aumentaría el producto interior bruto (PIB) global un 1 %.
Las dificultades que atraviesan las mujeres para acceder a la educación, la propiedad de tierras, la maquinaria agrícola y otros bienes fundamentales para cosechar alimentos en el campo en muchos países se traducen en que una parte fundamental de la mano de obra de la cadena alimenticia ve limitada su capacidad de desarrollo y producción.
“Mejorar los derechos de las mujeres a la propiedad de tierras agrícolas influye positivamente en el empoderamiento, la inversión, la gestión de los recursos naturales, el acceso a servicios e instituciones, la resiliencia y la seguridad alimentaria, así como en la reducción de la violencia de género y el aumento de su poder de negociación”, afirmó Torero.
Pese a la importancia que revisten los sistemas agroalimentarios para los medios de vida de las mujeres y el bienestar de sus familias, estas tienden a desempeñar funciones que se consideran secundarias y a tener peores condiciones laborales que las de los hombres (irregulares, informales, a tiempo parcial, de escasa cualificación, laboriosas y, por lo tanto, precarias).
Las mujeres tienen, además, una mayor carga como cuidadoras no remuneradas, lo que limita sus oportunidades de educación y empleo. Esto les ocurre tanto a las que trabajan en la producción agrícola primaria, cuyos salarios y productividad son sistemáticamente más bajos que los de los hombres, como a las que trabajan en los segmentos no agrícolas de los sistemas agroalimentarios, donde su labor se desarrolla fundamentalmente en las posiciones de nivel inferior.
Aunque las mujeres no queden sistemáticamente excluidas de las cadenas de alto valor añadido orientadas a la exportación, ni del emprendimiento en los sistemas agroalimentarios, su participación suele verse limitada por las normas sociales discriminatorias y los obstáculos para acceder a conocimientos, activos y recursos y a las redes sociales.
Para abordar esta situación, el informe plantea que son necesarias políticas públicas que aborden varias cuestiones, entre ellas:
- El aumento del empoderamiento de las mujeres, esenciales para su bienestar, la producción agrícola, la seguridad alimentaria, la dieta y la nutrición infantil.
- Los enfoques transformadores en materia de género destinados a cambiar las normas sociales restrictivas resultan eficaces en función de los costos y tienen un gran rendimiento, pero es preciso seguir desarrollando medios para aplicarlos a gran escala.
- Mejorar los derechos de las mujeres a la propiedad o la tenencia segura de tierras agrícolas influye positivamente en el empoderamiento, la inversión, la gestión de los recursos naturales, el acceso a servicios e instituciones, la resiliencia y la seguridad alimentaria, así como en la reducción de la violencia de género y el aumento del poder de negociación de las mujeres.
- El acceso a servicios estructurados de cuidado de las y los menores tiene un gran efecto positivo en el empleo de las madres y en el rendimiento de las actividades relacionadas con los sistemas agroalimentarios.
Más información:
https://efe.com/economia/2023-04-14/la-igualdad-de-genero-en-la-agricultura-eliminaria-el-hambre-de-45-millones-de-personas/
Descarga el informe aquí: https://www.fao.org/3/cc5060es/cc5060es.pdf